Hace unos días, luego del encuentro entre Sport Alto Mayo y Mannucci, el entrenador del elenco trujillano, Ramón Miffin, arremetió con todo en contra de los árbitros y más allá de que en este caso en particular, nos parece que es una pataleta de impotencia por el bajo rendimiento y casi eliminación de su equipo, trajo a colación el tema de la corrupción en Copa Perú.
Todos los años se habla de lo mismo y es un secreto a voces que algunos árbitros, entrenadores y hasta futbolistas se manejan muy bien en este ámbito. Pero dónde radica este problema. Nos parece que en la pésima organización del torneo desde sus primeras instancias, nos referimos a las etapas provinciales y departamentales que hacen de los torneos un negocio, amparados en la inmunidad o mejor dicho impunidad que les da el sistema de elección de los presidentes de las ligas departamentales y claro, la presidencia de la Federación Peruana de Fútbol, que les permite a quienes dirigen nuestro fútbol, protegerse unos a otros pues, se eligen entre ellos y entonces la política que aplican es simple, tú votas por mí, yo aseguro mi puesto y tú el tuyo; esto les brinda la posibilidad de atornillarse en los cargos y hacer de las ligas y la Federación su chacra.
Esta situación es el caldo de cultivo perfecto para que la corrupción se propague en todos los agentes que intervienen en el campeonato de la Copa Perú.
Para muestra algunas perlas. El reglamento exige requisitos mínimos de seguridad en los escenarios, sin embargo se programan partidos en estadios que a todas luces ponen en riesgo la integridad de los jugadores y árbitros, estos últimos muchas veces deben inclinar el campo en favor del local para salvaguardar su integridad personal y en otras ocasiones se valen de esta excusa para recibir dinero y aprovechar la presión del público para favorecer a un equipo y perjudicar a otro.
Algunos futbolistas también entran en este bajo mundo, la informalidad de los clubes y los manejos torcidos de algunos dirigentes, avalados por sus pares de las ligas, hacen que los jugadores opten por conseguir dinero a costa de su dignidad.
Los reclamos y transferencias son otro negocio en las Ligas, no importa violentar la norma, para inscribir o transferir a un jugador o favorecer o perjudicar a un equipo, lo que interesa es el negocio y finalmente casi siempre en mesa gana el mejor postor.
De otra parte, existen también técnicos que siempre están bajo la lupa pues se comenta que lo primero que le solicitan a sus dirigentes es que arreglen con los réferis. No pretendemos manchar honras, pero el entrenador con más copas ganadas en este campeonato es uno de los más cuestionados sobre el particular.
Si bien es cierto un par de veces se ha atrapado o demostrado la participación de dirigentes y árbitros, en este tipo de actos, no han habido sanciones ejemplares, ni administrativas y mucho menos penales; por ello este sistema, hasta la fecha incorregible, propicia la violencia en los escenarios, la cual tampoco se sanciona y entonces la Copa Perú se convierte en la merienda de negros que es.
Claro que no podemos soslayar la falta de valores y principios de cada persona, que tiene que ver en gran medida con la pésima educación a lo largo y ancho de nuestro país, ya que para fomentar la corrupción, como paradójicamente lo señaló hace algún tiempo Manuel Burga, ahí dónde hay un árbitro o jugador corrupto, hay un dirigente que lo corrompe.
Finalmente debemos decir que la única forma de transformar este sistema, es reformando las normas, para que se pueda fiscalizar, sancionar y sacar a quienes manejan los hilos de nuestro balompié cuando no cumplen con su labor y desgraciadamente hasta el momento no hay ni siquiera indicios de que pueda operarse un cambio en este sentido.
Cortesia: segundaperú.com
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